El Madrid baja el telón¡¡
El Madrid baja el telón¡¡
Sin ánimo, garra ni fútbol, fue superado de arriba a abajo por un Valencia que pudo golearle al contragolpe. Bale e Isco entraron al final y no arreglaron nada. Marcaron Guedes, Garay y Benzema.
El Valencia cabalga hacia la Champions y se nota. El Madrid casi la tiene y aún se nota más. Cada partido que pasa hace más grande la purga, esa "falta de respeto" que está al caer como una guillotina. Un jugador de banquillo, Odriozola, anduvo escandalosamente por encima del resto. Mal asunto. Casemiro, Kroos y Asensio, escandalosamente por debajo. Mal asunto. El Valencia fue un tigre fuera de la jaula: defendiendo, atacando, contragolpeando, remontando como un sprinter. Lo gozó Mestalla.
En el primer partido en puntas, Zidane sentó a Bale e Isco. En la primera etapa del francés, era uno u otro (el galés salió con ventaja y la perdió entre lesión y lesión), lo que dio para meses de debate. Ahora son prescindibles los dos. Y puede que no sólo para un partido, ni siquiera para una temporada. En la decisión, más allá de ese mañana que ya se vive hoy en el Madrid, también tuvo que ver el Valencia y esa presión a cuchillo en casi todo el campo. Siempre ha sido Marcelino apóstol del asunto, pero más ahora, que cuenta con Rodrigo y Gameiro, que han hecho del espacio su reserva natural. Robar y correr era el plan. Un planazo otras veces contra el que se vacunó de inicio el Madrid, poniendo a los presuntamente mejores (Modric, Kroos, Casemiro...), a los más trabajadores (Lucas Vázquez, Odriozola...), arriesgando poco, anticipando mucho, apiñando sus líneas. Así que, entre lo uno y lo otro, amaneció un partido repleto de cerraduras, alejado de las áreas, casi impracticable para el juego combinativo. Sorprendió más ese obrerismo del Madrid que la pegajosidad del Valencia. Y se echó de menos a Vinicius, que rompe dinámicas tan planas.
Sin reacción del Madrid
Aquella parada militar duró media hora. Luego al Madrid le asomó esa pretemporada que ahora vive. Y a disimularlo no llega la endorfina de Zidane. El Valencia presintió el conformismo de un rival en el que muchos porvenires son inciertos y se lanzó ya sin disimulo sobre Keylor. Su primera aproximación seria acabó en gol. El meta cometió dos errores, despejar con los puños un balón blocable a la salida de un córner y no tapar su palo en el disparo posterior de Guedes, al que le pusieron alfombra roja en el corazón del área. No se quedó ahí el Valencia, que encadenó tres ocasiones más, de Gameiro, Kondogbia y Asensio. El Madrid no tuvo reacción: encogidos su laterales, fallones sus centrocampistas, abandonado su tridente, expuesto a los contragolpes porque holgazaneó en la vuelta. Un resumen del curso. Zidane le ha puesto fin a la política penitenciaria de Solari y ha servido café para todos, pero el equipo necesita algo más que ventilar el ambiente.
El 1-0 dejó el partido que convenía al Valencia: un Madrid más volcado y muy vulnerable tras pérdida. Apretó mucho Odriozola por su banda y no siempre le sujetó Gayá, pero al otro lado Carlos Soler, Rodrigo y Gameiro salieron disparados en cuanto se les dio la ocasión. Los dos primeros rozaron el gol en los inicios de la segunda parte. En el Madrid, que ya se partía entre voluntariosos (Odriozola, Lucas Vázquez...) y escaqueados (Asensio, Kroos...), entraron Isco y Bale, en otros tiempos la caballería ligera, ahora dos del montón. El dominio del equipo de Zidane era un atrezzo, un marear la pelota sin encontrarle un pero a la defensa del Valencia, cuyas ocasiones eran notablemente más claras. Fue clamoroso un dos contra cuatro que acabó mal, en dos taconazos sin posibilidades de Carlos Soler y Gameiro antes de que Garay, de cabeza, apuntillara a un Madrid despedido entre olés. El gol de Benzema sólo le sirvió a él.
Siakam-Russell: duelo final por ser el jugador más mejorado¡
El de Toronto ha sido más regular, pero el de Brooklyn lleva jugando a un gran nivel los últimos meses. Esta noche se ven las caras en Brooklyn.
Junto con el MVP (Giannis-Harden) y depende de las ganas con las que se mire el Rookie del Año (Doncic-Young), ningún otro premio tiene un duelo tan claro entre los dos máximos aspirantes. El Jugador más Mejorado será cosa de Paskal Siakam o D'Angello Russell, que esta noche se enfrentarán en Brooklyn (01:30 horas en #Vamos, dial 8 de Movistar+) Por el camino parece que se han quedado nombres como el Derrick Rose, Zach LaVine, Domantas Sabonis, Josh Richardson, Caris LeVert, Montrezl Harrell, De'Aaron Fox o Buddy Hield. Todos ellos por distintos motivos llegan con varios cuerpos de desventaja con los que para todos los expertos son los dos únicos candidatos al galardón.
Paskal Siakam
El jugador de los Raptors ya entraba en todas las quinielas antes de comenzar la temporada, así que se puede decir que no ha hecho más que hacer buenos los pronósticos. Aunque seguramente haya estado incluso por encima de lo esperado, su año entra dentro de la lógica si miramos su progresión en las tres temporadas que lleva en la Liga: de ser una elección tardía en primera ronda del draft en la primera, a un reserva que insuflaba energía y pasión al equipo cada vez que salía en la segunda, para convertirse en un elemento esencial del quinteto de un aspirante al anillo en este curso. Tan esencial que es el segundo máximo anotador del equipo, por delante de toda una institución en Toronto como Lowry y de dos jugadores en sus mejores temporadas en años como Ibaka y Green.
No ha dejado de hacer lo que hacía siempre desde su época en New Mexico State: correr bien los contraataques, estar bien situado en los cambios, pelear por los balones sueltos o barrer mucho de lo que queda cerca del aro. Pero a todas esas virtudes llamémoslas 'sucias' (entre todas las comillas posibles) ha añadido lo que de verdad le ha hecho un jugador de primer nivel. Ahora es un parte central sobre la que se orquesta el ataque de su equipo. Y además lo puede hacer involucrando a más compañeros o en situaciones de uno contra uno, en las que anota 0,99 puntos por posesión. De hecho, sus puntos tras asistencia han bajado del 72,3% de la temporada pasada al 56,7% de esta.
Aunque la mayoría de sus puntos siguen llegando cuando está cerca del aro (69,4%), ha mejorado sensiblemente en los triples en los que recibe y tira (del 21,9% al 37,7%). En resumen, su mejora estadística es más que evidente: de 7,3 a 16,5 puntos, de 4,5 a 7 rebotes y de 2 a 3 asistencias. Todo esto tirando 5,4 veces más por partido sin que se hayas resentido sus porcentajes y su defensa. Es evidente que la principal atención de las defensas rivales se la lleva Kawhi Leonard, lo que le facilita relativamente el trabajo en ataque. Pero es que incluso cuando no ha estado Leonard (o Lowry) Siakam ha dado un paso adelante. El primero se ha perdido 21 partidos y el segundo 16 y los Raptors han ganado el 70% de esos encuentros. En los últimos diez partidos en los que no ha participado Kawhi, Siakam ha firmado medias de 22,9 puntos, 8,3 rebotes, 3,6 asistencias, 54,3% en tiros de campo y 39,5% en triples. Un auténtico paso adelante en un jugador que no para de crecer.
D'Angello Russell
Sin entrar a valorar su juego en profundidad, Russell gana a Siakam en espectacularidad. Es un jugador mucho más vendible, mucho más mediático y con el que seguramente el premio tendría más repercusión para el gran público. ¿Puede ser esto un factor determinante? En caso de igualdad entre los dos candidatos sí, sin ninguna duda. Pero primero tiene que estar en disposición de pelear el trofeo y eso es lo que ha estado haciendo el de los Nets poco a poco, con un inicio de curso más tímido y un soltarse la melena a partir de las dos lesiones clave que han sufrido los de Brooklyn. La de Caris LeVert primero y la de Spencer Dinwiddie después.
Desde la lesión de LeVert (que hasta entonces era el mejor jugador del equipo) Russell empezó a jugar como una auténtica estrella, tanto en la dirección del equipo como en los lanzamientos, muchos de ellos en el clutch. Ha pasado de 15,5 a 21 puntos, de 5,2 a 7 asistencias, de 0,8 a 1,2 robos y de un 32,4% a un 36% de triples, todo esto tirando 4,8 veces más por encuentro. En el caso de Russell, aunque no por los mimos motivos, pero su evolución se entiende perfectamente si nos fijamos en su historial.
Su temporada de rookie coincidió con la de despedida de Kobe Bryant, con lo que eso suponía para el resto de jugadores de los Lakers. Aún así acabó con unos números espectaculares por posesión cuando Kobe no estaba en cancha. Los bases suelen necesitar tiempo para cocinarse y adaptar su juego al de sus compañeros y al de la Liga en general. Y no ayuda en absoluto tener tres entrenadores distintos en tus tres primeros años, como le ha pasado a él. Además, la pasada temporada sufrió una grave lesión que le dejó sin jugar más de la mitad de los partidos de liga regular.
Por tanto, se puede decir que este es el primer curso normal para él. La primera vez que tiene un entrenador que ya le conoce, con unos compañeros con los que ya ha jugado, con una organización que ha apostado claramente por él y con los problemas físicos a raya. Se han juntado todas esas cosas y Russell ha demostrado que las proyecciones más optimistas sobre él no estaban equivocadas.
Aún tiene muchas cosas en las que mejorar. Por ejemplo, dos evidentes. Le cuesta anotar cerca del aro, algo que recuerda al primer Curry y que tras corregirlo el de los Warriors se convirtió en una máquina (aún) más letal. Y también tiene que aprender a forzar más faltas. Es el jugador con el ratio de tiros libres más bajo de la historia entre los que han promediado al menos 27 lanzamientos por cada 100 posesiones.
Lo que está claro es que ha sido el jugador más importante en el crecimiento de los Nets de uno de los peores equipos del Este a un aspirante a playoffs. Y siendo, desde hace ya meses, la verdadera estrella del equipo, con lo que ello conlleva de presión. Hace aproximadamente un mes declaró en una entrevista con la ESPN que se veía ganando el premio. No todo el mundo lo tiene tan claro, sus posiblidades pueden depender en gran parte de que los Nets se clasifiquen o no para los playoffs.
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