Éxtasis en Toronto: Kawhi gana la serie con un tiro de leyenda¡

Un sonrojo más y un día menos


La Real fue muy superior a un Madrid que jugó con diez 51 minutos. Golazo inútil de Brahim. Courtois paró un penalti. Marcelo volvió a dar una mala imagen.


El Madrid está loco por salir pitando de esta Liga, incluido Zidane, el apóstol del final digno. Él también se ha pasado del acabar bien al acabar pronto. Zidane ha movido a este equipo pret-a-perder de todas las formas posibles sin ningún resultado. La insistencia no ha curado a Marcelo ni Kroos. La intermitencia no ha hecho reaccionar a Isco ni Asensio. El desánimo se ha extendido entre titulares y suplentes. Ese malestar general reapareció en Anoeta, en otra salida, donde la pandemia es más apreciable. Lo aprovechó una Real magníficamente dirigida por Merino. Fue atrevida, vertical, tuvo acierto y se vio propulsada por la expulsión de Vallejo en el minuto 39’.
En este año de condolencias, el Madrid ha encontrado con qué adornar su fracaso: Vinicius y Brahim, dos regateadores, dos linces ibéricos, dos jugadores amigables para el público y con el enorme margen de mejora que les otorgan sus respectivos 18 y 19 años. Dos jugadores sin complejos sobre los que Zidane pretende iniciar su próxima obra, convencido de que ya les han salido los dientes.
El de Anoeta fue el quinto partido consecutivo de Brahim y el segundo seguido como titular, los dos que lleva fuera Bale tras una temporada a por uvas. No es aún un futbolista de gran presencia, pero sí de grandes ocurrencias. En el minuto 6 dejó uno de los goles del curso, arrancando en tres cuartos de campo, limpiándose a Merino, quebrando dos veces a Llorente y metiendo la pelota casi sin ángulo por el palo de Rulli. Un gol equívoco tras un inicio también equívoco del Madrid, cuya presión hambrienta sobre la salida de la pelota de la Real duró un suspiro.
Con la ventaja se marcharon las buenas intenciones del Madrid, en el que volvían Benzema e Isco, que a Zidane le vale y al club no se sabe. A partir de ahí regresó el equipo marchito de esta Liga.

La expulsión de Vallejo

La Real se recompuso en torno a la zurda de Mikel Merino y el empuje de otro juvenil que aprieta, Barrenetxea. Courtois detuvo las dos primeras llegadas y se vio fusilado al atardecer en la tercera: Willian José se sacudió a los dos centrales de un taconazo y Merino remató la faena. La pareja B de centrales del Madrid se vio muy desbordada en el partido. Ni Nacho ni Vallejo supieron resolver cerca del descanso otra llegada de Oyarzabal y el remate final de Willian José, a puerta vacía, lo sacó con la mano el aragonés. Roja para el central, parada del penalti de Courtois a costa del propio Willian José y Casemiro reconvenido a central por falta de defensas en el banquillo. Antes de aquello, Brahim y Benzema bordaron otra jugada de alta costura para la que no encontró buen final Isco, solo ante Rulli. Eso era el Madrid, un equipo sometido, abandonado por muchos de sus pesos pesados (Marcelo, Kroos, Isco... los de siempre), pero vivo de milagro por las trastadas de Brahim y algún adorno de Benzema.
Con diez y la depresión a cuestas no fue capaz de aguantar el Madrid. El segundo gol de la Real volvió a dejar sin salida a Marcelo, superado en el salto por Zaldua. A un descolocado Courtois acabó por matarle un resbalón. Y ya con Lucas Vázquez en el campo, Barrenetxea encontró recompensa, aprovechando un rechace del palo a tiro de Oyarzabal. Otro joven, el lateral Muñoz, ya hacía sospechar, con sus arrancadas, que aquello terminaría mal para el Madrid. Cuando llegó al partido Vinicius, la derrota era irremediable. Y es que este Madrid en las últimas es el que le ha abierto la puerta para el próximo curso. Las crisis también fabrican jugadores. Eso es lo único que celebra el Madrid. Eso y que sólo queda un partido.


El City, campeón de la Premier

El gol inicial del Brighton y el tanto de Mané al Wolverhampton asustaron a un City que se repuso al minuto, acabó goleando y revalidó una Premier League de récord.


El Manchester City se ha llevado una de las Premier Leagues más bonitas de los últimos años por su competencia feroz contra un Liverpool que se ha quedado a las puertas de alzar un título de liga inglés 30 años después. Los de Guardiola, que llegaban con la obligación de ganar en la última jornada si querían llevarse el trofeo, golearon sin piedad a un Brighton que opuso toda la resistencia que pudo hasta que fue arrasado por la marea skyblue.
Los citizens empezaron por detrás en el marcador con el gol de Murray en el minuto 27, un tanto que sin embargo sirvió para sacudirles los nervios iniciales y que Agüero anotase el empate apenas 60 segundos después. Diez minutos más tarde, Laporte cabeceaba el 1-2 y confirmaba una superioridad que se prolongaría ya hasta el final.
El golazo de Mahrez en la segunda mitad, y el inapelable disparo de falta de Gündogan, certificaron un título que supone el segundo consecutivo del Manchester City, una gesta que no se conseguía en Inglaterra desde hacía una década. Para calibrar la magnitud de lo logrado por los de Pep basta con mirar al Liverpool, segundo en la clasificación a pesar de haber perdido un solo partido y de haber sumado 97 puntos, uno menos que los citizens.

Gesta sin premio del Liverpool

Los de Klopp, finalistas de la Champions tras protagonizar una remontada histórica ante el Barcelona, cumplieron su parte del trato firmando la novena victoria consecutiva ante el Wolves de Nuno gracias a los dos tantos de Mané, que empató en el top de goleadores de la competición con Aubameyang y Salah con 22 goles.El senegalés, que ha sonado para reforzar al Real Madrid este verano, anotó un gol que puso a los reds momentáneamente campeones en los primeros compases de la jornada y un 2-0 final de cabeza que llegó ya cuando todo estaba perdido.

Chelsea y Tottenham no pasan del empate

Por su parte Chelsea y Tottenham, que se disputaban una honorífica tercera posición tras una semana agotadora, empataron en sus respectivos partidos frente a Leicester y Everton. Ambos equipos, que disputarán una final europea tras conseguir una gesta en las semifinales de la Europa League y la Champions, participarán el año que viene en la máxima competición continental tras firmar unos más que destacables 72 y 71 puntos.

El United remata una temporada nefasta

La temporada para el Manchester United nació torcida, se enderezó mientras el calendario fue benévolo y volvió a enturbiarse cuando la plantilla fue exigida nuevamente. Este último partido contra el Cardiff, un equipo descendido, en Old Trafford ha resumido perfectamente el calvario que han tenido que pasar los aficionados red devils, que han tenido que vivir un 0-2 en casa mientras los vecinos celebraban el título de liga.
Mientras tanto los gunners, que también participarán en la final de la Europa League, estuvieron a punto de conseguir colarse entre los cuatro primeros tras ganar al Burnley, aunque el empate del Tottenham contra el Everton frustró por poco sus oportunidades.

Un McCollum imparable (37+9) da a los Blazers su primera final de Conferencia en 19 años


Un McCollum imparable (37+9) da a los Blazers su primera final de Conferencia en 19 años

El escolta hizo un partido inolvidable, ejerciendo de líder durante los 48 minutos. Los Nuggets fueron de más a menos y se diluyeron en la segunda mitad.

Christian James McCollum. Ese es el nombre de la noche y, de momento, de la temporada para unos Portland Trail Blazers que regresan gracias a él a una final de Conferencia 19 años después. Muy lejos queda aquélla ante los Lakers de Shaquille y Kobe, con un equipo de un nivel altísimo (Stoudamire, Smith, Pippen, Wallace, Sabonis, Schrempf), que llevaron hasta el límite al equipo de Phil Jackson. Por delante tienen al hueso más duro de roer, los Golden State Warriors. Pero eso llegará en dos días (madrugada del martes al miércoles, 03:00 hora española). Ahora es momento de disfrutar de una clasificación más que merecida por cómo se ha logrado en este séptimo partido que empezó siendo cruz para los Blazers y acabó de cara y reforzando mucho a todos los integrantes del grupo.
Decíamos que C.J. McCollum fue el hombre del partido. Y lo fue desde el primer momento del mismo hasta el último. Sus 37 puntos estuvieron repartidos durante todos los minutos y fueron de todos los colores. Ante el mal partido en el tiro de Lillard (3/17), el escolta dio mucho más que un paso adelante. Hizo un encuentro de los que marcan una carrera. Con un 58,6% de acierto en tiros en 29 lanzamientos y en un séptimo partido para meter a tu equipo en la final del Oeste. Un antes y un después para una de las estrellas menos reconocidas como tal de toda la Liga.
Jugó bien incluso en el primer cuarto, cuando los Blazers entraron fríos al partido y los Nuggets, con intensidad, defensa sofocante y gran acierto en ataque, les pasaban por encima. El primer cuarto (29-17) amenazaba con liquidar el duelo en un abrir y cerrar de ojos. Los Blazers, en vista de que no tenían otra cosa en ataque a la que agarrarse que a McCollum (Lillard se fue al descanso con un 1/9 en tiros), se dedicaron a defender en el segundo cuarto. Y lo hicieron tan bien que el partido cambió por completo. Primero poco a poco y después del descanso cada vez más rápido hasta ponerse por encima por primera vez en el partido a falta de 11 segundos para acabar ese periodo.
Los Nuggets, que ya habían fallado 7 tiros libres al ecuador del partido (11 al final del encuentro), empezaban a echar de menos esos puntos que en el primer cuarto parecían sobrarles. Eso y los triples. Jokic metió dos en el primer periodo... Y ya. Eso fue todo desde el perímetro para acabar con un paupérrimo 2/19. Entre tanto Rodney Hood, que venía de ser clave en los últimos partidos aunque ayer no lo estaba siendo, se fue con un problema en la rodilla mediado el tercer cuarto para no volver. Ni por esas los de Portland se achicaron. Con un Lillard que empezó a hacer de todo menos tirar (10 rebotes, 8 asistencias y 3 robos), demostrando una gran inteligencia y que supo leer el partido, y con un Kanter que empezó a cargar el rebote (12 puntos y 13 rechaces).
El último periodo fue visitante. McCollum seguía a lo suyo y apareció Evan Turner (14+7) con varias jugadas clave en ataque. En los Nuggets ya prácticamente tenían sólo el balón Jokic (29+13+2 y 4 tapones) y Murray (17+6+5). Las dos asistencias del pívot son buena muestra del desconcierto general que había entre sus compañeros, que fallaron varias canastas cantadas a pase del serbio. Para colmo Lillard metió dos triples, liberándose por fin de la defensa de Torrey Craig. Y un tapón descomunal de McCollum sobre Murray a 4:30 para el final pareció un golpe demasiado duro de responder.
Aún así los locales consiguieron gracias a varias acciones de Jokic de llegar con opciones a los últimos segundos. ¿Y quién fue el ejecutor final? Efectivamente, McCollum. Con tres canastas tremendas en los últimos tres minutos, la última en el último, tras tiempo muerto y jugándose un uno contra uno como si le hubiese poseído el espíritu de Jordan, Bryant, Wade... En el corto intercambio de tiros libres finales salieron perdiendo los Nuggets con un fallo de Jokic y ya a la desesperada no les quedó más remedio que jugársela al tiro de tres. El serbio lo tiró desde lejísimos y, como había pasado el resto del partido, volvió a fallar una vez más.
Se cierra una temporada positiva en Denver con un final triste y continúa un curso histórico en Portland que veremos hasta donde llega. De momento hasta la madrugada del 20 al 21, cuando está previsto el cuarto partido de la serie ante los Warriors. 

Éxtasis en Toronto: Kawhi gana la serie con un tiro de leyenda¡

Éxtasis en Toronto: Kawhi gana la serie con un tiro de leyenda

Una canasta imposible que rebotó cuatro veces en el aro clasifica a los Raptors para la final del Este. Gran defensa de Marc y partidazo de Ibaka.

Toronto Raptors era un proyecto aparentemente amortizado, brillante pero finalmente de recorrido corto, cuando cayó la temporada pasada contra los Cavs de LeBron James en semifinales del Este. Era la tercera vez en tres playoffs (2016, 17 y 18) en la que LeBron (12-2 total, 10 triunfo seguidos) imponía su voluntad (y su baloncesto) sobre un equipo a un equipo para el que ganar más de 50 partidos acababa no significando nada. Una especie de alergia a la lucha por el título, una anemia primaveral que hizo a muchos pensar en una liquidación por cierrecontra la que se rebeló Masai Ujiri, uno de los mejores directivos de la NBA: Dwane Casey fuera a pesar de haber sido elegido Entrenador del Año, DeMar DeRozan a San Antonio a pesar de ser una estrella implicada al máximo con una franquicia que había llegado a personificar: la profesionalidad, los éxitos en Regular Season... y los problemas después.
Desde aquel verano de cambios desde dentro, una revolución sin sangre, hasta este 12 de mayo que ya es historia de Toronto Raptors. Para esto se hizo cargo del equipo Nick Nurse. Para esto vino Marc Gasol (Joel Embiid ha promediado 17,6 puntos, 4 pérdidas y un 37% en tiros en la serie) en febrero a costa de perder a otro clásico de Toronto, Jonas Valanciunas. Y para esto, claro, PARA ESTO se envió a DeRozan a San Antonio y se apostó por un Kawhi Leonard que quería jugar en California y llevaba un año sin casi dejarse ver por una cancha y jugando al gato y al ratón con una franquicia nada acostumbrado a los líos como los Spurs. Sin saber muy bien qué pasaba en la cabeza o en el maltrecho muslo de Kawhi y sin tener ninguna impresión de que firmaría para seguir en Canadá superada esta temporada, Ujiri apostó por Kawhi como vitamina para su franquicia y como antídoto contra el miedo paralizante a la crueldad de los playoffs. Un asesino de sangre fría, casi robótico de hecho, para un entorno demasiado emocional cuando venían mal dadas, demasiado dependiente de las corrientes de viento. Y, en plenitud física (casi lo habíamos olvidado) uno de los tres mejores jugadores del mundo.

Una canasta para la historia de los playoffs

Kawhi eliminó a los Sixers en un séptimo partido para la historia que cerró con una suspensión imposible sobre la bocina, el primer buzzer beater de la historia de los séptimos y la tercera canasta ganadora de una serie de los últimos veinte años.Las otras dos las ha anotado Damian Lillard, la última en primera ronda ante los Thunder. Kawhi, justo antes, falló un tiro libre que permitió que Butler empatara con una penetración valiente (90-90) a cuatro segundos del final. Con ese error en la cabeza, cogió la última bola ante Ben Simmons, se fue hacia la esquina derecha del ataque y se levantó ante un Joel Embiid (Simmons y Embiid: el núcleo del Proceso en una última defensa desesperada) que estiró sus más de 213 centímetros casi, o eso pareció, hasta el techo de un Scotiabank Arena que contuvo el aliento mientras la bola rebotaba cuatro veces en el aro antes de, finalmente, entrar y decidir el último billete para las finales de Conferencia. Primero pareció que iba corta y luego que iba larga, pero todas las parábolas condujeron esta vez hacia la victoria, la antítesis de la tradición hasta ayer de una franquicia que vivió, seguramente, su instante más feliz. El mal fario no se fue con la marcha de LeBron. No es que haya cambiado su suerte, es que ahora tienen a Kawhi Leonard.
En una imagen que ya es historia de la NBA, Kawhi vio rebotar y rebotar la bola ya fuera de la pista, en cuclillas y con Embiid a su lado. Absortos en un segundo que pareció una vida y que separó al vencedor de un vencido que rompió a llorar camino del vestuario en la, aunque suene paradójico, imagen de mayor fortaleza que le hemos visto al camerunés, un jugador tantas veces sobrado, casi frívolo. Embiid emergerá mejor de esta canasta final, esta derrota, estas lágrimas y esta pelea de siete partidos contra Marc Gasol en la que, con mucho sufrimiento y entre problemas físicos, se ha erigido como un líder de verdad: +80 los Sixers con él en cancha, -97 sin él a lo largo de una serie que envía a los Raptors a Milwaukee (el miércoles, primer partido de la final) y que garantiza que las Finales empezarán en el Este las juegue quien las juegue. Giannis Antetokounmpo y Kawhi Leonard, aspirantes finales al trono de la Conferencia que dejó libre LeBron y por el que no pelearán los que parecían en verano favoritos a hacerse con él, Sixers y Celtics. Dos históricos ante un verano de diván y vértigo.

Un partido ganado en las trincheras

En esta era de métricas científicas, estadísticas avanzadas y reformulaciones de la eficiencia, los séptimos partidos son un mundo atávico, un escenario postapocalíptico que recuerda a otra NBA. Una pelea de puños desnudos, de piedras y palos cuando ya se han agotado todas las fuentes inteligentes de energía. Así fue en Denver justo antes y así fue en Toronto. Nadie tiró bien, nadie jugó con brillantez y las rotaciones se limitaron a, por bando, siete y ocho jugadores. En los Sixers el gran problema de este equipo, con un un quinteto de Playstation, llegó a su extremo más grotesco: todos los titulares jugaron más de 40 minutos y Monroe estuvo en pista dos... y los saldó con un -9. En Philadelphia aceleraron el Proceso con los traspasos por Jimmy Butler y Tobias Harris, que acaban ahora contrato, como JJ Redick. Era un all in al primer Este post LeBron y, después de problemas de física (lesiones) y química (estilo), todo se resolvió en un tiro de Kawhi que rebotó cuatro veces en el aro antes de entrar. Así es el deporte.
Porque los Sixers solo se desataron en un tramo del tercer cuarto (de 50-41 a 50-57) pero estuvieron siempre en el partido pese a un primer parcial de 13 puntos y a unos problemas constantes de ejecución que se radicalizaron en el último cuarto: air balls, pérdidas, posesiones consumidas sin lanzar.... a pesar de los pesares, empate a 80 a seis minutos del final de la eliminatoria, a 85 a 3:30 y a 90 a un segundo de la bocina, cuando volaba el tiro de Kawhi. Antes de la desgracia, 16 rebotes concedidos en su aro y 15 pérdidas que acabaron en 24 tiros más de los Raptors (89-65), el factor clave en un duelo en el que se anotó por volumen, no por finura. Kawhi sumó 17 puntos en el último cuarto (25 los Raptors) y 13 de los 15 de su equipo en los últimos seis minutos. Acabó con 41 y 8 rebotes a base de lanzar 39 veces (16/39, 2/9 en triples). Son los séptimos partidos: cuenta quién llega a la orilla sano y salvo, no cómo.
Marc Gasol anotó 7 puntos, cogió 11 rebotes, puso 3 tapones y volvió a entregarse a una batalla feroz con Embiid (21+11, 6/18 en tiros, 1/6 en triples) de la que los Sixers no pudieron sacar grandes ventajas. Con Harris y Butler discretos y Simmons escondido en ataque como durante casi toda la serie, los cuatro triples de Redick parecieron 400... pero tampoco bastaron. En los Raptors todos pusieron su gotita para colmar el vaso que llenó Kawhi, que consumió él solo la mitad de las posesiones de su equipo y solo sumó tras asistencia tres de sus 16 canastas. En un duelo en el que los banquillos parecían de cartón piedra, parte del decorado, resultó decisivo Serge Ibaka (17 puntos, 8 rebotes, 3/5 en triples después de un 0/9 en los seis partidos anteriores). El héroe inesperado, muchas pequeñas cosas a lomos de una gigantesca: Kawhi Leonard.
Los Raptors se van a Milwaukee para jugarse el pase a las Finales de la NBA. La temporada, la gran apuesta de Ujiri, ya ha sido legitimada, seguramente. Queda el premio gordo. Para eso llegó Kawhi y él, Kawhi Leonard, es la gran razón por la que los Bucks tienen que tener mucho cuidado si quieren luchar por el anillo por primera vez desde 1974. El Scotiabank Arena, después de esta jornada de domingo inolvidable, ha cambiado los complejos por las pinturas de guerra. Y los Raptors, atrás por fin los traumas tras la mejor noche de sus 24 años de historia, quieren más. Ahora sí: más.

Hamilton da un golpe en la mesa y Sainz remonta con rabia

Lewis Hamilton (Mercedes W10), campeón del GP de España de F1 2019 en Barcelona.

Pasó a Bottas en la salida y recupera el liderato. Verstappen ganó a Ferrari y completó el podio. Carlos, del 12º al 8º ante su grada adelantando en la pista.

Se apagaron los semáforos de Montmeló y los tres coches que encabezaban la parrilla quedaron perfectamente alineados. Cualquiera pudo salir primero de esa curva inicial, pero el desenlace de cada piloto explica muy bien lo que ha sido hasta ahora la temporada 2019: Hamilton pasó a Bottas, por la derecha y sin sufrir, entre sus compromisos como celebridad tiene alguna carrera de Fórmula 1 y, ya que coge un avión desde Nueva York el miércoles, lo más apropiado es venir a ganar. Valtteri había perdido la posición con Vettel, pero el alemán no tienen ni chispa ni fortuna, se quedó encerrado, se le escapó el finlandés con derrape incluido, bloqueó a Leclerc y Verstappen pasó a ambos.
Un Red Bull por delante de los Ferrari, y de ahí hasta el podio, otro que se le escapa a los de Maranello. Esta vez se enredaron ellos solos en órdenes de equipo con estrategias diferentes que, al final, no sirvieron para casi nada: cuarto y quinto, a pesar de disponer de un intento final de asalto al ‘cajón’ gracias a un 'safety-car' que se explicará mejor más adelante. Probaron gomas duras con Charles y blandas con 'Seb', ambos se rebasaron mutuamente dos veces entre quejas por radio y neumáticos echados a perder y al final ni siquiera el tetracampeón pudo luchar de verdad contra Verstappen, cuyo equipo tuvo iniciativa para condicionar el número de paradas del resto. Pero delante, a un mundo, Hamilton ganando en Barcelona y recuperando el liderato (hizo la vuelta rápida) y Bottas por detrás del pentacampeón.


Más atrás, Carlos Sainz sacó un gran resultado el día que no tenía medios para hacerlo. Salió bien, ganó una posición, al contrario que su compañero, Lando Norris, quien perdió seis yendo por fuera al inicio. Se consolidaba la zona media con Haas y Toro Rosso muy por delante de McLaren hasta que el joven británico de Woking, a quien cuidan como estrella de futuro, pecó de optimista intentando adelantar a Stroll en la frenada de la recta: choque entre ambos, ninguna culpa de Lance esta vez, y coche de seguridad para convertir una carrera estratégica (coincidieron los tres compuestos de Pirelli en el asfalto) en otra nueva, al ‘sprint’ y con sólo 15 vueltas por delante.
Ahí emergió el mejor Sainz, primero gracias a su muro de ingenieros con una parada clave que le situó con mejores neumáticos que el resto para ese último ‘stint’, el decisivo, superando además a Albon por la calle de boxes, del 11º al 10º (antes adelantó a Ricciardo). Y luego gracias a sus manos, exclusivamente: pasó a Kvyat en la recta y volvió a hacerlo una vuelta después cuando el ruso se la había devuelto. Luchó contra el Haas de Grosjean, se tocaron a la primera pero le secó a la segunda. Del 12º en la parrilla al 8º, delante de su afición de color papaya. A por Magnussen no fue porque había poco que ganar y mucho que perder, el mensaje ya había sido transmitido a todos los receptores posibles: golpe en la mesa de Woking, como Hamilton en la de Mercedes, y adelantamientos de furia ante la grada española, que no quiere perder un gran premio auténtico.
















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