La NBA se plantea la revolución: torneo de eliminación, menos partidos, final sin Conferencias...
Kawhi sentencia y los Clippers le roban la gloria a Harden
La Barba protagoniza una de las jugadas de la temporada a dos minutos del final, pero a partir de ahí los locales fueron mejores y remontaron.
Era el partido de la jornada y no defraudó a nadie. Hasta la NBA tiró de tecnología con una toma de cámara que recordaba a un videojuego en bastantes jugadas. El Staples hasta la bandera para el doble duelo entre dos de las mejores parejas de la Liga. Se llevaron el gato al agua Kawhi y George, pero bien pudo acabar la cosa de una manera distinta. En la segunda mitad los Rockets fueron por delante muchos más minutos y a falta de dos parecían tener el partido en la mano. Ganaban de cuatro y esa no es una diferencia suficiente para estar tranquilo, pero la jugada que acababa de ocurrir fue como si cayese un trueno en mitad del pabellón.
James Harden metió un triple tremendo con falta adicional (no acertó con el tiro libre) en un acción con defensa de Patrick Beverley y Paul George que en el intento de taponar el lanzamiento se lo llevaron ambos por delante, acabando los tres tirados por el suelo. Y desde ahí La Barba les señaló uno a uno, primero a los dos defensores y después al resto de rivales, como dedicándoles la barbaridad que acababa de hacer. Ese fue el momento de los Rockets. A partir de entonces los Clippers demostraron porqué son el máximo candidato al anillo. Un ejemplo de saber estar en el filo de la navaja con un Kawhi Leonard supremo, frío como el témpano, como los mejores asesinos, metiendo la canasta definitiva (la novena para poner a su equipo por delante en el último minuto de partido o de la prórroga desde que comenzase la pasada temporada en Toronto), parando el tiempo para que P.J. Tucker se comiese su amago y lanzar solo.
Maravilloso Kawhi y maravilloso también Lou Williams con un triple desde la esquina justo antes para poner a los suyos por delante y coronar un encuentro majestuoso (26 puntos y 8 asistencias). Después los Rockets pudieron primero ganar, pero esta vez Harden no quiso forzar el tiro de tres ante la doble cobertura y le dio el balón a Westbrook, que tiró un triple bastante malo a pesar de estar solo. Y finalmente y casi sin tiempo, con posesión para forzar la prórroga, Paul George (19+8+7) desvió el balón que sacaba de banda el rival para hacer imposible la última intentona visitante. Tremendo encuentro entre dos conjuntos que van a llegar muy lejos y, quién sabe, quizá se vean las caras en playoffs.
Abucheos y paliza: Pesadilla para Butler en su vuelta a Philadelphia
Josh Richardson, ex de los Heat, fue el mejor de unos Sixers que aplastaron al equipo de Jimmy Butler en la vuelta de este a una ciudad que lo recibió con bronca.
Jimmy Butler, el número 30 del draft (2011) que se convirtió en all star (cuatro veces ya) y estrella nómada (Miami Heat es su cuarto equipo en cuatro años tras seis en los Bulls) volvía a Philadelphia, de donde salió regular y mediante un sign and trade en el que los Sixers se quedaron con Josh Richardson y él firmó por cuatro años y 142 millones en Miami, donde podría ser el Rey Sol y no un peón de lujo al servicio del Proceso (Joel Embiid, Ben Simmons...). A priori perdía poder competitivo y abrazaba su rol de malo de la película, después de su horrible salida solo unos meses antes de Minnesota y tras jugar apenas 55 partidos de Regular Season con unos Sixers 2018-19 que serán siempre un qué pudo haber pasado si...
Si, básicamente, Kawhi Leonard no hubiera metido aquel tiro lleno de suspense en el cierre del séptimo partido de una semifinal de Conferencia que lanzó a los Raptors hacia el anillo y acabó con la temporada de los Sixers.
En los días previos a su regreso a Philadelphia, Butler reconoció que seguía pensando que (los Bucks se quedaron sin gasolina, las lesiones masacraron a los Warriors), sus Sixers podrían haber sido los campeones si ese tiro de Kawhi se hubiera salido, cosa que pareció hacer un par de veces antes de acabar en el aro. Pero unas palabras poco beligerantes hacia sus ex no aplacaron la ira de la afición del Wells Fargo Center, que recibió a Butler en su primera visita con los Heat en un clima absolutamente hostil: pitada furibunda en la presentación, abucheos cada vez que entró en juego y jolgorio con cada fallo. Y falló mucho.
Y sus Heat, que llegaban por delante en la clasificación de un Este francamente interesante en su zona noble, se dejaron en South Florida su habitual competitividad y fueron barridos (113-86) en un partido en el que ya perdían por 20 en el primer cuarto (cerrado en 28-13), por 20 al descanso (55-35) y por 41 a once minutos del final (100-59). Uno de los encuentros más interesantes de la semana acabó en paliza tremenda, con los Sixers más finos, en noche que ambos equipos jugaban en segunda de back to back, y ya con cuatro victorias seguidas, un brillante 7-0 en su pista y un 11-5 total que va mejorando su discreto inicio y les deja a medio partido de Miami Heat (11-4) y de un Jimmy Butler que esta vez no estuvo cómodo como malo de la película: 11 puntos con un 4/13 en tiros y 2/8 en un primer cuarto que marcó el tono del resto del partido y en el que el equipo de Spoelstra se quedó en un miserable 5/22 ante la bestial defensa de los Sixers, que empiezan a carburar en ataque y a parecer lo que son para muchos: el gran favorito en el Este incluso por delante de los más espectaculares Bucks.
Solo Tyler Herro (20 puntos) y Goran Dragic (18) maquillaron una noche horrible de los Heat, en los que no funcionaron sin Kendrick Nunn, nin Duncan Robinson (los inventos de este curso de Spoelstra) ni el excelente Bam Adebayo (12 puntos, 5 rebotes). Los Sixers devoraron a su rival con Josh Richardson, un ex con menos morbo que Butler, llevándose esta vez los focos: tras salir de Miami después de cuatro años, ventiló a su antiguo equipo con su mejor partido en los Sixers, 32 puntos, 4 asistencias y un 6/7 en triples. Así es todo más fácil para Tobias Harris (19 puntos, 8 rebotes) y Joel Embiid (23+11). Y así los Sixers son un equipo que asusta y que está desde luego por encima de unos Heat que, en todo caso, son mucho mejores de lo que parecieron en un partido que, desde luego, no habrá debido dejar precisamente feliz al chico malo Jimmy Butler.
La NBA se plantea la revolución: torneo de eliminación, menos partidos, final sin Conferencias...
Wojnarowski y Lowe anuncian en ESPN que Adam Silver trabaja con una hoja de ruta que transformaría la NBA radicalmente, tal vez ya en 2021.
El calendario de 82 partidos con la evidente intrascendencia competitiva de muchos de ellos, el descanso industrializado de los jugadores (load management), el descenso de los ratings televisivos... la NBA parece en un punto de inflexión, en un momento excelente de salud pero agitada por estas cuestiones y, no hay que olvidarlo, por la crisis china que le sobrevino en pretemporada. Entre bastidores se planifica un futuro que puede transformar radicalmente el formato de la competición para adaptarla a los tiempos e intentar hacerla más atractiva de principio a fin. El comisionado Adam Silver siempre ha asegurado que todas las opciones están sobre la mesa, que se estudia qué es mejor para la NBA de mañana y que empieza a ser una posibilidad muy real algo que hasta hace no mucho era anatema: un torneo separado de la temporada al estilo de las Copas en Europa o del March Madness universitario, una de la grande minas de oro del deporte estadounidense.
Los dos pesos pesados de ESPN, Adrian Wojnarowski y Zach Lowe, se han unido para anunciar que la NBA se ha remangado y se ha puesto manos a la obra para rediseñar su ecosistema. Y para ello ya ha iniciado las conversaciones con la asociación de jugadores (NBPA) y las televisiones que ahora mismo sostienen el tronco del negocio: Disney (ESPN y ABC) y Turner (TNT) firmaron un contrato de 24.000 millones de dólares por nueve años que concluye en 2025. Hasta entonces, desembolsan casi 3.000 millones al año, cerca del triple de lo que valían antes los derechos televisivos de la liga.
Un nuevo enfoque de toda la temporada NBA
Los cambios que se estudian, según Woj y Lowe, son radicales: reducción de la Regular Season, semifinales y final sin distinción de Conferencia, una ronda previa a los playoffs y un torneo de eliminación en el que podrían participar las treinta franquicias de la liga. Todo unido, una revolución sin precedentes que podría hacer que los equipos pasen a jugar 78 partidos de Regular Season y no los 82 que disputan ahora. El plan de Silver es tener una propuesta en firme cuando se reúna el comité ejecutivo de la liga en abril, momento en el que se podrían aprobar algunos de estos cambios con la idea de que entraran en vigor en la temporada 2021-22, la número 75 para la NBA. Pero hay tantos actores en juego y tantas ramificaciones posibles por cada uno de estos cambios que aprobarlos y aplicarlos no será fácil. Aunque, eso parece claro, la senda se está abriendo...
El reseeding (reubicación de las eliminatorias) afectaría a unas teóricas semifinales, lo que ahora son las finales de Conferencia. Ahí los cuatro clasificados se redistribuirían en función de sus balances de Regular Season, el mejor contra el cuarto y el segundo contra el tercero. Esto rompería la simetría Este/Oeste y permitiría algo nunca visto: unas Finales de la NBA con dos equipos de la misma Conferencia en caso de que sean los que se lo ganen en las canchas.
El torneo de eliminación es algo de lo que Silver ha hablado públicamente varias veces y que la NBA considera que puede ser un éxito deportivo y, por lo tanto, una mina de oro para la liga y sus socios, las televisiones a la cabeza. Eso cubriría en parte las pérdidas de la reducción de la Regular Season, que llegaría a los playoffs con una ronda previa en la que jugarían séptimo, octavo, noveno y décimo de cada Conferencia. Serían partidos de eliminación. Séptimo y octavo jugarían uno, con el ganador en playoffs como séptimo. El perdedor se mediría con el ganador de un duelo entre noveno y décimo para decidir la última plaza de playoffs.
En cuanto a ese segundo torneo al margen de la temporada convencional, la idea de la NBA es que lo disputen las treinta franquicias, con una primera ronda divisional cuyos partidos, por zonas geográficas, formarían parte también de la Regular Season. Los seis ganadores de ese mini torneo de cada División (tres por Conferencia) y otros dos con los mejores récords de victorias pasarían al torneo del K.O. definitivo, que se jugaría a un partido con cuartos, semifinales y final.
En la NBA, aunque se asume que habría que incentivar económicamente a los participantes y al ganador, se tiene también claro que costará introducir un concepto así en una competición en la que se juega con un solo objetivo, el anillo de campeón, y teme que las franquicias tarden tomarse en serio este segundo campeonato en versión Copa/March Madness. Sin embargo, cree que con tiempo se generará una tradición y una historia propia que ayudará a que finalmente sea asimilado y valorado por franquicias, jugadores y aficionados. Un primer marco de fechas lo sitúa después de Acción de Gracias (cuarto jueves de noviembre) y hasta mitad de diciembre. Antes se barajaba hacerlo entre enero y febrero con una Final Four en el fin de semana del All Star. Pero esta opción está descartada. Otras opciones también son poco viables: enero es mes de playoffs de NFL y marzo del sacrosanto March Madness de la NCAA. Diciembre parece la mejor opción, con pocas opciones de que sustituya a los partidos de Navidad, donde las televisiones preferirían seguir asegurándose la presencia de las franquicias y jugadores más mediáticos y el interés de los grandes mercados.
Sea como sea, parece que hay una nueva hoja de ruta en marcha. Una que transformaría la NBA tal y como la conocemos y cuyos primeros pasos podrían ser aprobados en abril. ¿Una revolución? Si se llega hasta donde parece que podría llegar, sí que estaríamos ante una nueva era en la mejor liga de baloncesto del mundo.
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